Y si…

Y si… ¿y si nos hubiéramos arriesgado a defender lo que ya teníamos? ¿Y si nos hubiéramos atrevido a dar la cara por lo que habíamos combatido y que ya rozábamos con los dedos? ¿De qué sirvieron los golpes recibidos por tanta gente?, ¿las persecuciones?, ¿la cárcel de personas honradas? ¿Tan poco nos valoran aquellos que ordenaron rendirnos antes de batirnos?, ¿por tan cobardes y pusilánimes nos toman?

¿Y ellos…? ¿Se hubieran visto capaces de desenmascarar del todo hasta qué punto tienen el alma fascista? ¿Hubieran llevado tan lejos su brutalidad? Lo que se vio en las puertas de los colegios electorales era la crueldad innecesaria de los que disfrutan convirtiendo su odio en encarnizamiento. No eran solo órdenes recibidas; era el rencor de los déspotas, era pura voluntad de hacernos aprender a golpe de látigo.

Pero… ¿hubieran sido capaces de disparar? ¿Es cierto eso que dicen que se hubieran atrevido a matar? ¿A cuántos? ¿A todos? ¿Tan lejos hubieran llevado su lógica de «la maté porque era mía»?

No hay revoluciones confortables. No hay luchas que no impliquen sacrificios. ¿Cuáles se estaba dispuesto a ofrecer para nuestra emancipación como pueblo y como sociedad?

¿De quién fue el miedo? Si nos hubieran dicho de ir a merecer la libertad, muchas y muchos hubiéramos ido. Yo hubiera ido. Lo juro.

Pero nos dijeron que nos quedáramos en casa, que lo dejáramos correr, que era demasiado complicado, que para qué complicarnos la vida, si ya estábamos bien como estábamos.

¿Por qué no nos atrevimos a vencer?